jueves, 29 de noviembre de 2012

Dear


Tan sólo déjame acercarme

aunque sepa que puedes morderme,
es mi decisión.
Puede que duela menos o más,
es mi decisión.
Tengo la armadura preparada
contra
 tus golpes.

Puedo quitármela, pero ya no serán golpes,
serán roces.
Roces de tu espalda contra mi pecho...
Puedes cargar contra mi, pero será en vano, 
ya no estaremos en el mismo campo de batalla.
Puedo susurrar tu nombre en sueños, 
pero sólo en sueños.
No eres el agua que necesito beber.
No eres el oasis que anhelo encontrar.
Desesperarme puedo. Cansarme ya no más.
Aunque me duela el simple hecho de verte,
para mi ya estás muy lejos, lejos de mi vida, lejos de mi pensamiento, lejos de mi realidad. 
No parece que regreses.
No quiero quedarme en el puerto, sola y con mi espíritu, anclada en un muelle.
Mi deseo es recorrer caminos en la dirección opuesta, 
opuesta a ti.
Surges como una estrella a la que me he cansado de seguir, 
me has demostrado que no llego a nada, 
no hay magia
no hay pasión.
Varias veces me hiciste temblar, 
ahora sólo me apetece temblar de frío.
No es el momento, 
no es el lugar.
La situación me desgastó, mi furia,
se desató.
Los dragones que maté por ti
ya no volverán, 
pero hay más ahí fuera
de los que ya no querré protegerte.
Siempre fuiste tú, pero mi error fue decir
siempre.
Ahora no existe siempre,
ahora no existes tú.
Me iré con mi petate y mi armadura, 
con mi orgullo y mi cordura.

una pícara furgoviajera, una servidora.